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sábado, 13 de septiembre de 2014

Pininos

La fuerza es fuerte en mi familia, la fuerza del gusto por la escritura, mi papá por muchos años colaboró en los periódicos locales con artículos que enviaba cada semana a estos tabloides, además de que se que hizo algunos cuentos de su inspiración, este pelao que escribe aquí, pos con el cuchitril mismo y dentro del blog he realizado algunos relatos que espero al menos sean decentes, cosa que por otro lado muy a mi pesar no he podido retomar para incluirlos en el cuchitril, por varias razones que no tiene sentido discutir aquí, pero que espero pueda retomar pronto, y además, hay otro Skywa... otro Romero que también muestra manifestaciones de esta fuerza, aunque suele tomárselo con demasiada calma.

Aunque no he desarrollado como debe ser mis capacidades en la escritura, y dada mi situación actual no creo que pueda hacerlo en un buen tiempo, creo que son al menos aceptables y espero que mi hija las encuentre agradables para que pueda leerse todo lo que le vaya a escribir en estos años, y ya tocando el tema de la escritura, voy a relatar un poco acerca del que según mis memorias, y espero el alemán ese no me esté jugando una mala pasada, fue mi primer escrito (no tarea o informe escolar) en forma que hice y tendría yo alrededor de los 11  años de edad cuando sucedió.

Cuenta la leyenda que haya en los inicios de la década de los 90s mi papá trabajaba en ese tiempo en las oficinas como gerente administrativo, de uno de los periódicos locales más populares (de hecho sigue en circulación todavía), Guía, se llama el semanario, en esa época y como puse por allí en otra entrada, en ocasiones nos llevaba los sábados en la tarde a las oficinas, para que trastearamos un poco con las computadoras que allí había, con fines recreativos (nos dejaba jugar el solitario y el famosísimo breakout básicamente), aunque en ocasiones y con mayor insistencia de mi papá hacia mí por ser el mayor, me ponía a usar la computadora para algo más que jugar, cosa que no me desagradaba y hacía con gusto (siempre que alcanzara a jugar al final).

En una de estas labores, me sugirió que para que practicara un poco la escritura, ya que ya me comenzaban a dejar tareas hechas a máquina, escribiera en una hoja acerca de algo que yo quisiera. Así pues, y dado que era época de vacaciones escolares, comencé a escribir acerca de este tema precisamente, y me pasé casi toda esa tarde redactando mi ensayito, al final, cuando le dije a mi papá que había terminado, me dijo que lo guardara en la computadora, como parte de la práctica de las tareas cotidianas de computación, y pues así lo hice, y seguí con la sesión de juegos como normalmente hacía en esas ocasiones.

Yo en ese momento ajeno completamente al hecho de que era mi primer ensayo, no le preste mayor atención, y no paró todo allí. Tampoco podría imaginar lo que pasaría después. A la semana siguiente de esto, llegando mi papá de trabajar el día en que se publicó el siguiente número del períodico (era los viernes cuando salía), mis papás me llamaron y teniendo mi papá un ejemplar en las manos, me indicó que viera algo, supuse yo que alguna noticia importante o curiosa.

Pero resulta que no, que lo que me enseñaban era mi ensayito, publicado allí en el periódico, grande fue mi sorpresa y un tanto incrédulo, comencé a leerlo, y si, era en esencia lo que yo había escrito, siendo así mi primer y hasta ahora único escrito publicado en medios impresos, y al primer intento jeje (claro que creo que algo influyó el que mi papá trabajara como gerente allí), mi mamá guardó ese ejemplar, de hecho no se si aún exista o ya no, como recuerdo de mis pininos como escritor.

Y aunque pasaron cerca de 20 años para volver a escribir con fines no escolares, aquí ando y espero pueda seguir haciéndolo por muchos años más. 

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